INTRODUCCIÓN

“La identidad no puede ser compartimentada; no se puede dividir en mitades o tercios, ni tampoco tiene límites pre determinados. No tengo varias identidades, tengo solo una, hecha de todos los elementos que la han conformado en proporciones únicas” AMIN MAALOUF

 

La identidad es el conjunto de particularidades propias y distintivas de un individuo. Esto también se puede aplicar a un grupo, estado o nación que le permiten a quienes lo componen, reconocerse como miembros del mismo y a su vez, diferenciarse de otros grupos culturales. Así como cada persona tiene una identidad que es el resultado de la combinación de factores como el origen, la educación, las vivencias, el contexto en el cual se desarrolla su personalidad, las experiencias, influencias y la relación con su entorno, los países también tienen su identidad producto de factores comparables a los de las personas.

La geografía y la historia, el lenguaje coloquial, las creencias, tradiciones (incluyendo folclore y gastronomía), costumbres y comportamientos individuales y colectivos de la comunidad se traducen en una herencia cultural distintiva y aglutinante del cual derivan los rasgos comunes y el sentido de pertenencia de sus integrantes.

La identidad no es estática sino dinámica y en constante evolución, alimentándose y nutriéndose de manera continua por desarrollo de los eventos históricos internos y los intercambios y acontecimientos exteriores que la influyen.

Pero la identidad no es un valor absoluto ni determinante ya que un individuo puede identificarse con más de un grupo cultural o con varias identidades culturales diferentes. Llevado al plano de la “identidad nacional” podemos definirla como el sentimiento de pertenencia a un Estado o Nación en donde todos los factores que mencionamos se conjugan y se reflejan en el deseo de construir una sociedad y un sistema de convivencia que lo separan, distinguen e independizan de otros estados o naciones, reconociendo sus propios símbolos como por ejemplo la bandera nacional.

En el caso del Líbano, la identidad nacional no se impone ni se exige, es más bien un sentimiento de pertenencia común. Cada individuo o grupo puede tener su propia identidad que no se le es reprimida ni negada.

La identidad Libanesa no es excluyente sino incluyente y precisamente se basa en la posibilidad de la coexistencia de identidades particulares que en su conjunto forma la identidad nacional. Una persona puede subrayar su ascendencia fenicia o identificarse como árabe, o como cristiano o como musulmán e inclusive como miembro de una comunidad religiosa particular como puede ser un maronita, un ortodoxo, o druso, sunnita o chiita, pero esa persona es incuestionablemente libanes. y precisamente esta multiplicidad de capas interactuantes y conectadas por la geografía, la historia y el destino común es la base sobre la que se construye la identidad libanesa.

Como bien lo expresa Kamal Salibi sobre los Libaneses:

hay un notable consenso, exceptuando a los extremistas más dogmáticos, que todos son libaneses y que comparten la misma identidad nacional, más allá de cualquier lealtad secundaria o afiliación grupal." (1)

(1) Salibi, Kamal. A house of many mansions. The history of Lebanon reconsidered. London, University of California Press. Pg.3]


En este curso se pretende analizar cuáles son esas particularidades y elementos que hacen del Líbano un país con identidad propia y encontrar el sentido a su clara diferenciación con el entorno inmediato y regional.

La intención es reconocer su geografía, diseccionar su historia y profundizar el conocimiento de las diferentes comunidades religiosas que lo componen y comprender la manera de como interpretan y valorizan su pertenencia a esa identidad a la cual decidieron a formar parte para construir una Nación en común.

Sus componentes más distinguibles son:


·      La diversidad cultural, manifestadas en la incuestionable presencia de elementos que claramente provienen de la cultura occidental y que se entremezclan con variables que son inconfundiblemente parte de la cultura oriental.



·      La coexistencia y tolerancia religiosa traducidas en la convivencia milenaria entre minorías cristianas, musulmanas y judías y la tradición de país santuario de minorías perseguidas y amenazadas.




·      La pluralidad de ideas y libertad de conciencia y expresión que se manifiesta a lo largo de su historia y que atrajo a exiliados y perseguidos de otros países y está firmemente anclada en su constitución nacional.




    

. El respeto a los Derechos Humanos y la igualdad ante la ley colocando al ser humano y a su libertad individual en un valor irrenunciable y constitucionalmente garantizado.





·      La vida cosmopolita que se refleja en la sofisticación de su ápice cultural, la milenaria capital Beirut.




·      La preservación de tradiciones en la valoración del patrimonio cultural y costumbres de sus pueblos y aldeas y que se manifiesta a través de su folclore, gastronomía, la importancia de la familia, la aldea, la región con su particular historia y origen.



·      El “joie de vivre” que se percibe en los libaneses y su manera de enfrentar la vida.    




La identidad libanesa tiene particularidades que la hacen llamativa y digna de ser analizada y deconstruida para encontrar la explicación de tantas preguntas que surgen cuando se la observa:

¿Cómo se pueden en el Líbano convivir musulmanes y cristianos después de tantos siglos y episodios de enfrentamientos y guerras?

¿Cómo puede un estado tener 18 religiones oficialmente reconocidas y conciliar sus diferencias culturales y teológicas?

¿Como se concibe la coexistencia de dualidad cultural entre oriente y occidente?

¿Cómo se puede compatibilizar el sentido la pertenencia a una secta o confesión religiosa con la identidad nacional compartida? y ¿Cómo se concilian las identidades primarias como la de las aldeas, regiones, comunidades religiosas y también las integrales como las transnacionales y de pertenencia a civilizaciones globales respecto a la identificación nacional libanesa?

El Líbano es quizás uno de los países que, proporcionalmente a su población, tiene la mayor cantidad de emigrados en el mundo. En general esa emigración se debió a las difíciles y severas condiciones de vida a la que fue sometida el país especialmente a fines del siglo XIX y principios de siglo XX y las subsiguientes situaciones de guerras y crisis que acontecieron en los últimos 50 años. Sin embargo y a pesar de los motivos que forzaron a esos emigrados a dejar su país, es notable y significativo el sentimiento de pertenencia a esa Identidad Libanesa, la que no solo los mantiene en estrecho contacto cultural, económico y político con la Madre Patria, sino que los convierte en soldados de su causa y promotores de su defensa.

La Identidad Libanesa pareciera no solo preservarse entre la Diáspora sino multiplicarse y transferirse de generación y generación. No es inusual que un nieto o bisnieto de libaneses, quien además probablemente también desciende de antepasados de otras nacionalidades, se sienta atraído y estimulado por su origen libanés y manifieste un sorprendente entusiasmo de ser portador de la identidad libanesa.

¿a que se debe esa fuerte atracción y en muchos casos centenario vínculo, inclusive en jóvenes que nunca conocieron a sus antepasados nacidos en el Líbano y jamás visitaron el país?

¿Qué tiene el pequeño país de los cedros que lo hace entrañable y contagiosamente atractivo para que personas que nacieron a miles de kilómetros sientan una identificación tan profunda y duradera en el tiempo?

Finalmente, la Identidad Libanesa, no ha estado libre de enemigos y detractores internos y externos a lo largo de la historia. Ha habido, individuos, ideologías, partidos políticos, estados, regímenes y hasta organizaciones internacionales que han tratado de destruir, negar la existencia o sabotear la Identidad Libanesa. En la mayoría de los casos esto ha ocurrido con la intencionalidad de alterar sus valores y principios, de negar la existencia de una Nación Libanesa o privar al país de su soberanía o simplemente intentar alterar su futuro como puente entre Oriente y Occidente. Los ataques y agresiones hacia la identidad libanesa han sido casi constantes y persistentes desde la creación de estado libanés, no solo por ideologías integristas como el panarabismo, el panislamismo, el pan-siranismo sino también por interferencias extranjeras y hasta ocupaciones militares de su territorio que intentaron imponer identidades alternativas y destructoras de la conciencia de identidad nacional libanesa o bien provocar confrontaciones a fin de dividir a los libaneses y demostrar que la coexistencia entre personas de diferentes religiones y culturar no es posible.

También ha ocurrido en la Diáspora. Las caracterizaciones y definiciones de las comunidades libanesas como “turcas” “árabes” o “sirio-libanesas” tienen su explicaciones y diverso origen, que van desde simples confusiones históricas o circunstancias temporarias del calificativo, hasta acciones basadas en deliberadas motivaciones ideológicas y políticas que pretenden “reconstruir la identidad” bajo las instrucciones de gobiernos extranjeros con la intención de negar la existencia del Líbano como estado independiente y a su identidad como aspiración Nacional de un pueblo.

En las próximas páginas, se presentarán los argumentos que intentaran responder a los cuestionamientos planteados, explicar los factores y variables que componen a la Identidad Libanesa y comprender porque los principios que la componen perduran en el tiempo y en el espacio a través de su Diáspora.

En este momento de la historia en que el mundo se polariza, las religiones se atrincheran, las naciones se blindan y las ideologías se encierran es sus interpretaciones más obcecadas, la experiencia libanesa aparece con una excepcional bocanada de aire fresco.

En un contexto regional en el cual crecen el fundamentalismo, el autoritarismo no da lugar al que piensa diferente y la confrontación sectaria es alimentada por intereses geopolíticos locales e internacionales, La identidad libanesa merece ser entendida, considerada y reconocida. 

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