INTRODUCCIÓN

La identidad lingüística del Líbano y su relación con otros pueblos a través de la historia.

Para comprender las lenguas semíticas que se hablaron en el Líbano a través de la historia (fenicio, arameo, árabe y hoy libanés), debemos primero comprender quienes fueron los antiguos libaneses, y con quienes se relacionaron.

 

El Líbano se encuentra al occidente del denominado “Fértil Creciente”. Toda esta región tiene forma de “Media Luna” y sigue el recorrido de los principales ríos del Oriente Medio a orillas de los cuales se instalaron las primeras civilizaciones del mundo: al oriente el Tigris y el Éufrates que vieron surgir a los sumerios, acadios, asirios y babilonios. Al occidente los ríos Orontes, Litani y Jordán donde se asentaron los cananeos. Al sur el río Nilo también forma parte de aquella región y fue testigo de la civilización de los faraones. Pero alejándose de los ríos, ya sea al oriente del Orontes y el Jordán , y al occidente del Éufrates nos encontramos con poblaciones nómadas y seminómadas que no tenían residencia fija y se movían en busca de agua y pastos para su ganado. Ellos eran los amorreos, hebreos, arameos y árabes; que en su mayor parte terminaron sedentarizándose.  A diferencia de ellos, los cananeos eran el conjunto de pueblos sedentarios que habitaron durante la Edad del Bronce (3500-1200 a.C.) desde el sur de lo que hoy es el Sinaí hasta el norte de la costa de Siria. Era una cultura homogénea en cuanto a lengua, literatura y religión. Más tarde, a comienzos de la Edad del Hierro (1200-333 a.C.) algunos de esos pueblos se diversificaron en otros: fenicios, hebreos, y arameos por ejemplo.  Durante este largo período de la historia antigua, los antiguos libaneses (llamados cananeos o fenicios) absorbieron las culturas de Egipto, Mesopotamia (Asirios, Arameos) y Persia, produciendo un constante sincretismo entre la cultura local (fenicia) y la cultura dominante del momento. Al mismo tiempo, aquel sincretismo cultural era “trasladado” a través de los fenicios por todo el mar Mediterráneo (por ejemplo, Cadiz en España, es la ciudad más antigua de Europa y fue fundada por los fenicios en el siglo XII a.C.). La dispersión del alfabeto fenicio por el Mediterráneo, se llevó consigo parte de su lengua: por ejemplo la palabra Hispania es de origen fenicio

 

Hoy la República Libanesa mide 217 kilómetros de norte a sur y entre 40 y 80 kilómetros de este a oeste. Está situada en Oriente Medio, sobre la costa del Mediterráneo. Limita al norte y este con Siria, al sureste y al sur con Israel, y al oeste con el Mar Mediterráneo. Una estrecha llanura corre a lo largo de la costa del Mediterráneo, mientras que el interior posee dos grandes cadenas montañosas, llamadas Líbano y Anti-Líbano, separadas por el fértil Valle de la Beqaa. Las montañas del Líbano fueron como una “barrera cultural natural” hacia el interior del desierto de Siria (tierra de tribus árabes y arameas) a lo largo de la historia, mientras que por el contrario, el mar Mediterráneo fue un “flujo cultural natural” bi direccional, desde Líbano hacia el Norte de África y Europa, y viceversa. Tanto aquella “barrera” como aquel “flujo” contribuyeron a hacer de los antiguos libaneses un pueblo con su propia identidad.

 

 

“No le muestres a un árabe el mar, ni a un fenicio el desierto,

 pues su actividad es muy diferente”.

Ahiqar, s. VI a.C.

 

Podemos estudiar la relación de la identidad libanesa con los diferentes pueblos a través de la historia, de muchas formas. Una de ellas es, dando a conocer algunos antiguos textos (ya que estamos en un curso de lenguas y escrituras) que marcaron esta relación. Veremos como a pesar de que el Líbano casi siempre ha sido dominado por enormes potencias extrajeras, su identidad permaneció constante; y por más que las clases más altas (comerciantes y palatinas) escribían las escrituras jeroglíficas de Egipto, y cuneiforme de Mesopotamia, la lengua coloquial continuaba siendo el fenicio.

 

Analicemos algunos antiguos textos que marcan la identidad de los antiguos libaneses:

- Empecemos observando la relación del Líbano con Mesopotamia, dando como ejemplo a la narración escrita más antigua de la humanidad: La Epopeya de Gilgamesh (originalmente escrita en lengua sumeria en el año 2500 a.C. aproximadamente, de la cual se conserva una versión en lengua babilónica del año 1000 a.C.). El poema relata que Enkidu y Gilgamesh se dirigieron desde Mesopotamia hacia la “Montaña de los Cedros” para matar al guardián del bosque llamado Huwawa, robarse la madera, y así pasar a la inmortalidad. Pero cuando Gilgamesh cortó un cedro, Huwawa lo atacó, ya que dios mismo le había puesto para cuidar del bosque. En este poema es fácil reconocer la representación de los antiguos libaneses en la personificación de Huwawa, quien cuida de los cedros por orden de dios, y la intención de los habitantes de Mesopotamia personificados por Gilgamesh y Enkidu, que simbolizan la ambición económica de apoderarse de una de las materias primas más codiciadas de la antigüedad: el cedro del Líbano .

 

- Las relaciones del Líbano con Egipto también son muy antiguas (desde el año 3000 a.C. por lo menos). El relato de Wenamón (s. XI a.C., escrito en un tipo de jeroglífico) narra en primera persona su viaje a Biblos para comprar madera y llevarla a su país en Egipto. Pero el rey de Biblos se negó a obsequiarle la madera, diciendo “Cuando yo hablo con voz fuerte en el Líbano, el cielo se abre y los árboles se acuestan aquí, al borde del mar”. Esta oración demuestra una vez más la fuerte identificación de los antiguos libaneses con los cedros.

 

- Alrededor del año 500 a.C., cuando los Persas conquistan el Líbano, la lengua aramea fue adoptada como la lengua oficial de su imperio. Una vez más, los fenicios continuaron utilizando su lengua, aunque esta vez, lentamente la lengua aramea fue desplazando a la lengua fenicia, un fenómeno que se generalizó en todo el Medio Oriente, para convertirse en la nueva “lengua franca” de la región (como lo es el árabe hoy). La continuidad de la utilización de la lengua y alfabeto fenicio como identidad nacional durante este período queda demostrado en la inscripción del sarcófago de Eschmunazar II (rey de Sidón).

 

-  Con la llegada de Alejandro Magno al Medio Oriente en el año 332 a.C., comenzó una nueva era que se caracterizó por la “importación” de la cultura griega a Oriente, que convivió al mismo tiempo con la cultura fenicia-aramea formando un sincretismo cultural. A partir de aquel entonces el griego (una lengua no semítica) sustituyó al arameo en cuanto a la lengua de la cultura y la administración. Mientras las clases más bajas que habitaban las zonas rurales no comprendían el griego, comenzaron a hablar diversos dialectos del arameo (uno de ellos el siríaco). Algo similar sucedió con la llegada del imperio Romano: el latín sustituyó al griego en cuanto a la lengua de administración, sin embargo el griego continuó siendo utilizado como lengua elite, y los diferentes dialectos del arameo en la lengua popular. A pesar de este conglomerado de lenguas, la identidad libanesa queda demostrada en el Evangelio de Marcos (7:26), que nos cuenta que Jesús, un judío de Galilea que hablaba un dialecto del arameo, visitó la región de Tiro, donde encontró una mujer “cananea” pero de cultura “griega” (quiere decir, una mujer fenicia impregnada del sincretismo cultural greco-fenicio). A pesar de que la mujer cananea y Jesús tenían una cultura y religión diferente, el diálogo pudo entablarse perfectamente en lengua aramea. Este relato es suficiente para observar la identidad propia de los antiguos libaneses (llamada “cananea”) durante el período greco-romano y bizantino.

 

- Con la llegada del Islam al Líbano se insertó lentamente la lengua árabe, que desplazó definitivamente al griego en la administración del califato, y poco a poco a los diferentes dialectos del arameo. Las inscripciones en lengua árabe de las ruinas de Anjar, que es el complejo más antiguo del mundo islámico en el Líbano, dan testimonio de ello. Sin embargo, algunos habitantes de las montañas del Líbano (los maronitas), resistentes a la islamización, continuaron utilizando la lengua y el alfabeto siríaco hasta el siglo XIX, y lo conservaron completamente como lengua litúrgica hasta el día de hoy. A partir del siglo VIII, por primera vez hubo en el Líbano un mismo pueblo con dos identidades lingüísticas y culturales bien marcadas: los musulmanes que utilizaban la lengua árabe, y los cristianos maronitas que hacían lo propio con la lengua aramea. Podemos citar muchos textos que muestran el uso de ambas lenguas al mismo tiempo durante esos mil años.

 

- A partir del siglo XIII y hasta principios del siglo XX, el Líbano fue gobernado por pueblos de origen turco (principalmente Mamelucos y Otomanos). A pesar de casi 1000 años de dominación, la lengua árabe no logró ser desplazada. A medida que nos vamos acercando al siglo XIX, el contacto entre los libaneses de lengua aramea de la montaña y los libaneses de lengua árabe de la costa se hacía cada vez más frecuente. Como resultado se formó una nueva lengua “libanesa” coloquial, denominada “Árabe Levantino del Norte” de forma más general. Respecto del árabe como lengua literaria, podemos afirmar que desplazó por completo al arameo, el cual solo quedó en los usos litúrgicos maronitas.

 

- El acercamiento de Francia hacia el Líbano que había comenzado durante el período de las Cruzadas (alrededor del año 1100 d.C.), se consolidó nuevamente a finales del siglo XIX y XX, al punto que el francés pasó a ser la lengua culta de gran parte del Líbano, incorporándose varias palabras de uso en la vida cotidiana. Sin embargo los libaneses nunca dejaron de leer y escribir en árabe y de hablar el libanés coloquial .

 

- Si bien la lengua oficial hoy en día en el Líbano que se utiliza para leer, escribir o dar un discurso oficial es el árabe, nadie lo habla. La lengua coloquial que se habla es el “Libanés”, que tiene grandes influencias de la lengua fenicia, aramea y árabe, y muy en menor medida las lenguas turca, francés e inglés.


A lo largo del curso estudiaremos más a fondo cada una de estas lenguas semíticas: fenicio, arameo, árabe y libanés; y al comparar su gramática veremos las semejanzas y diferencias entre ellas.


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